octubre 07, 2011

00 No es grata la muerte

- El calor, la causa del viento, y las hojas precipitan el otoño, y a su vez el frío, hasta la primavera, y ese es el círculo. Y los años pasaron, y dejé de vagar por la tierra, cansado, al Tiempo que te encontré, y me enamoré, como el que se cae de un árbol.
     
Contigo he formado una familia, y esta ha crecido con el calor, causa del viento, de las hojas, el frío. Es parte del círculo, de este mundo. Pero no es bella la muerte cuando mueres más de una vez, ni grata una vida en la que no puedas morir, de una u otra forma.
     
Descubrí una manera de morir cuando me encontré con otro inmortal como yo, de mi círculo, pero tuve miedo entonces, y ganas de seguir buscando. También me explicó que pasaría lo que me pasó, y por eso creíste que había muerto a mi vejez, cuando llegué al máximo de años de mi naturaleza, un número que no se corresponde ni a las veces que he repetido una edad.
       
Y cuando renací con tres años menos, aún viejo pero algo cambiado, no dudé en encontrarte, después de que lloraras mi muerte, y explicarte todo con tranquilidad, de narrarte mi vida, o trozos de un larguísimo viaje. Pero ahora, con poco ya que queda por que sepas, que te cuente, poco ya importa porque, vuelta las tornas, ahora eres tú la que te apagas, en un final de camino mucho más grato que el mío -.
              
Andrés, junto a la cama, aprieta las manos de Lucía, que abre los ojos, le sonríe, y vuelve a cerrarlos. Levantándose, Andrés quita las flores de una mesita, ya marchitas, y coloca en su lugar otro jarrón con tallos verdes y unas flores moradas, alargadas.
    
- No la despierte, se acaba de dormir – le dice a la enfermera junto a la puerta.
    
La enfermera entra en la habitación con cierta vacilación. Mira a la mujer, tendida en la cama, y después a Andrés, desvelando un brillo familiar en sus ojos.
   
- No te preocupes, pequeño – le responde Fael -, no volverá a despertarse, jamás -.