.
Para la mayoría de los humanos, mantenerse con vida significa respirar, fluir los pensamientos y la sangre. Pero ese es un concepto equivocado, porque vivir va mucho más allá de lo corporal. De todo, creo que fue lo más importante que aprendí aquellos años.
Había experimentado muchos placeres, y por lo vivido no se me escapaba nada que no supiera un adulto. Pero nunca había estado tan cerca, con tantas posibilidades, hasta entonces. La edad de mis compañeros respaldaba mucha de las diversiones que podía permitirme, aunque también usaba mi ganada posición para unirme a grupos de amigos mayores. Y también para unirme a chicas.
Conocía más que ninguno cómo funcionaba el proceso, y qué era lo que querían, por lo que no tuve ningún problema buscándome compañeras con las que salir. Sobre todo, las llevábamos al cine, era con lo que más nos entreteníamos. A mí me gustaba mucho, recuerdo muy bien una película que me enseñó mucho sobre esta reflexión, “Blade runner”, aunque tuve que verla solo. Con los demás difícilmente veíamos lo que yo quería, no se puede tener todo.
- ¿Por qué dices que es infantil? A mí me gusta – me decía una de las chicas con las que estaba de novios, - y sale mucho más que la del tren que dices -.
Pero como digo, no me importaba: si no me interesaba, más tiempo me pasaba besándola. Llegué incluso a repetir película con chicas diferentes. Me resultaba a veces hasta fácil embaucarlas, tanto como a mis compañeros, a los que les contaba mil historias. A veces bastaba con sacar un cigarrillo y fumarlo delante suya, y explicarle cómo se hacía. Pura ironía, los sé, pero no me daría cuenta hasta un tiempo más tarde.
¿Vivir? Vivir es experimentar, es construir, es luchar. La persona que físicamente permanece viva tumbada en el suelo no vive, está muerta. Y yo quería vivir, tenía muchas ganas de vivir en aquel tiempo, por eso procuraba hacerlo todo: leía mucho, las películas, oía canciones,… incluso escribía alguna cosa, pero con la vida que había llevado tampoco es que se me diera muy bien la quietud frente al papel.
Y probar placeres. Recuerdo una motocicleta con la que me encantaba pasearme. Yo no pude tener una, mis padres no quisieron, me veían muy pequeño aún. Pero conseguía que alguien me la prestara de vez en cuando. Fue con la moto cuando la vi por primera vez. Me fijé sin más al principio.
- ¿Quién es la morena de trenzas, la que habla con Jose? – pregunté al chico de un curso mayor que me la había prestado.
- Es Laura, de nuestra clase. ¿Te la presento? –
Había experimentado muchos placeres, y por lo vivido no se me escapaba nada que no supiera un adulto. Pero nunca había estado tan cerca, con tantas posibilidades, hasta entonces. La edad de mis compañeros respaldaba mucha de las diversiones que podía permitirme, aunque también usaba mi ganada posición para unirme a grupos de amigos mayores. Y también para unirme a chicas.
Conocía más que ninguno cómo funcionaba el proceso, y qué era lo que querían, por lo que no tuve ningún problema buscándome compañeras con las que salir. Sobre todo, las llevábamos al cine, era con lo que más nos entreteníamos. A mí me gustaba mucho, recuerdo muy bien una película que me enseñó mucho sobre esta reflexión, “Blade runner”, aunque tuve que verla solo. Con los demás difícilmente veíamos lo que yo quería, no se puede tener todo.
- ¿Por qué dices que es infantil? A mí me gusta – me decía una de las chicas con las que estaba de novios, - y sale mucho más que la del tren que dices -.
Pero como digo, no me importaba: si no me interesaba, más tiempo me pasaba besándola. Llegué incluso a repetir película con chicas diferentes. Me resultaba a veces hasta fácil embaucarlas, tanto como a mis compañeros, a los que les contaba mil historias. A veces bastaba con sacar un cigarrillo y fumarlo delante suya, y explicarle cómo se hacía. Pura ironía, los sé, pero no me daría cuenta hasta un tiempo más tarde.
¿Vivir? Vivir es experimentar, es construir, es luchar. La persona que físicamente permanece viva tumbada en el suelo no vive, está muerta. Y yo quería vivir, tenía muchas ganas de vivir en aquel tiempo, por eso procuraba hacerlo todo: leía mucho, las películas, oía canciones,… incluso escribía alguna cosa, pero con la vida que había llevado tampoco es que se me diera muy bien la quietud frente al papel.
Y probar placeres. Recuerdo una motocicleta con la que me encantaba pasearme. Yo no pude tener una, mis padres no quisieron, me veían muy pequeño aún. Pero conseguía que alguien me la prestara de vez en cuando. Fue con la moto cuando la vi por primera vez. Me fijé sin más al principio.
- ¿Quién es la morena de trenzas, la que habla con Jose? – pregunté al chico de un curso mayor que me la había prestado.
- Es Laura, de nuestra clase. ¿Te la presento? –
- No… Quizás más tarde -.
No hay comentarios:
Publicar un comentario