febrero 26, 2010

17 Según lo que puedas perder

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Ya lo había pensado alguna vez, pero quizás nunca con un aire tan altruista y azaroso. Pero no, no me gustaba ser un héroe, porque no me gustaba llamar la atención, y el héroe, como modelo de referencia, es un punto de miradas al que no quería llegar. Bastante tenía ya con ser popular entre los compañeros de escuela, aunque eso no lo hubiera cambiado fácilmente por nada. ¿Pero un héroe? No, lo que sucedió fue instintivo, y aunque lo repetiría, le quité importancia rápidamente.

- Pero, ¿cómo lo has hecho? – me preguntaba Julio.

El incidente fue en un paso de cebra, dónde tiré de un niño a punto de ser atropellado.

- Tengo muchos reflejos, nada más. Pero es algo que cualquiera hubiera hecho. Además, también podría haber salido mal, influyó mucho la suerte -.

Julio leía muchos tebeos, le encantaban los personajes que iban salvando el mundo, y me los enseñaba uno tras otro, convenciéndome de lo bueno que era ser un héroe. Yo sentía que tenía que mantener un buen comportamiento, cada vez más desde mi etapa en el orfanato, pero de ahí a dedicarme a salvar el mundo…

- Pues a mí me encantaría ser más valiente y tener más poderes, y ganar muchas batallas, ¿a ti no?

- Bueno, yo pienso que a un héroe no se le mide tanto por lo que pueda ganar, sino por lo que puede permitirse perder -.

Me definía muy bien ese pensamiento, porque aunque no fuera por el mundo salvando gente, durante esos años dejé poco a poco de ser el “héroe” solitario al que me había acostumbrado.
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