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- ¡Rómpele la cara! – gritaba uno de los niños.
- Vamos Jose, a por él – gritaba el que me sujetaba. Estaba contra la pared, y entre todos me dieron una paliza.
- Enano de mierda, para que mantengas la boca cerrada -.
El nuevo colegio era mucho más agresivo que el orfanato, quizás porque éramos muchos más, y el barrio en el que estábamos lo complicaba. Intenté no llamar la atención, pero no es fácil cuando aparentas tres años menos que el resto de niños de tu curso, y sabes tres veces más.
- Andrés, ¿yo te he dado la paga esta semana? – Me preguntaba Amalio, nuestro padre adoptivo.
- No -.
- Toma -.
- ¿Y este roto en la ropa? – preguntaba Irene desde la cocina.
- Me lo hice en gimnasia, mamá -.
- Ten más cuidado la próxima vez. E intenta ir mejor en esa asignatura. Aunque el resto, me han contado en tutoría, parece que va a ser todo diez otra vez -.
Como si fuera un problema, y no era más que un pasatiempo. El verdadero obstáculo era que no me aceptasen, pero busqué cómo solucionarlo, me lo propuse como reto personal aunque fuera un proceso largo. Nunca me había enfrentado tan abiertamente a la sociedad, estando encadenado a un rol concreto, a un lugar, un nombre y un ahora. Estuve casi el primer año entero observando, y trazando estrategias en mi cuarto. Tenía que salir bien. Saldría bien…
Empecé por un amigo…
- Mi madre me ha dicho que todos pegamos el estirón antes o después. Y yo tengo muy poco pelo también. - Me decía Julio - ¿No te molesta ser tan bajo? -
Mientras, evitábamos chocar con alguno de los que se las daban de matones. A los profesores ya los tenía en el bolsillo, así que proseguí con la clase…
- ¿Alguien quiere el examen de mañana? –
Y con el curso…
- Andrés quiere organizar con el tutor un viaje a la feria del parque. ¿Quién quiere apuntarse? -
Lugo a cursos más pequeños, así mi nombre empezó a sonar por todo el colegio…
- ¿Ves? Aquel es Andrés. Sí, el hermano de Paula. Pregúntale a él, seguro que puede ayudarte -.
Y, por último, los cursos mayores…
- ¡E, ¿venís al cine? El novio de mi hermana nos cuela otra vez -.
- ¿Qué dices, Jose?, hemos quedado con Andrés para ir a un bar. Nos va a enseñar a jugar al billar. El otro día le hizo perder a un tío mil pesetas -.
- ¿El niño chico? Pero si es un retaco de mierda-.
Se equivocaba. Ser el más popular significa que lo que yo decía se convertía en lo que los demás pensaban. Desde que movilicé a todos como soldados ya nadie pensaba que fuera un retaco de mierda. Había dejado de ser un niño.
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- ¡Rómpele la cara! – gritaba uno de los niños.
- Vamos Jose, a por él – gritaba el que me sujetaba. Estaba contra la pared, y entre todos me dieron una paliza.
- Enano de mierda, para que mantengas la boca cerrada -.
El nuevo colegio era mucho más agresivo que el orfanato, quizás porque éramos muchos más, y el barrio en el que estábamos lo complicaba. Intenté no llamar la atención, pero no es fácil cuando aparentas tres años menos que el resto de niños de tu curso, y sabes tres veces más.
- Andrés, ¿yo te he dado la paga esta semana? – Me preguntaba Amalio, nuestro padre adoptivo.
- No -.
- Toma -.
- ¿Y este roto en la ropa? – preguntaba Irene desde la cocina.
- Me lo hice en gimnasia, mamá -.
- Ten más cuidado la próxima vez. E intenta ir mejor en esa asignatura. Aunque el resto, me han contado en tutoría, parece que va a ser todo diez otra vez -.
Como si fuera un problema, y no era más que un pasatiempo. El verdadero obstáculo era que no me aceptasen, pero busqué cómo solucionarlo, me lo propuse como reto personal aunque fuera un proceso largo. Nunca me había enfrentado tan abiertamente a la sociedad, estando encadenado a un rol concreto, a un lugar, un nombre y un ahora. Estuve casi el primer año entero observando, y trazando estrategias en mi cuarto. Tenía que salir bien. Saldría bien…
Empecé por un amigo…
- Mi madre me ha dicho que todos pegamos el estirón antes o después. Y yo tengo muy poco pelo también. - Me decía Julio - ¿No te molesta ser tan bajo? -
Mientras, evitábamos chocar con alguno de los que se las daban de matones. A los profesores ya los tenía en el bolsillo, así que proseguí con la clase…
- ¿Alguien quiere el examen de mañana? –
Y con el curso…
- Andrés quiere organizar con el tutor un viaje a la feria del parque. ¿Quién quiere apuntarse? -
Lugo a cursos más pequeños, así mi nombre empezó a sonar por todo el colegio…
- ¿Ves? Aquel es Andrés. Sí, el hermano de Paula. Pregúntale a él, seguro que puede ayudarte -.
Y, por último, los cursos mayores…
- ¡E, ¿venís al cine? El novio de mi hermana nos cuela otra vez -.
- ¿Qué dices, Jose?, hemos quedado con Andrés para ir a un bar. Nos va a enseñar a jugar al billar. El otro día le hizo perder a un tío mil pesetas -.
- ¿El niño chico? Pero si es un retaco de mierda-.
Se equivocaba. Ser el más popular significa que lo que yo decía se convertía en lo que los demás pensaban. Desde que movilicé a todos como soldados ya nadie pensaba que fuera un retaco de mierda. Había dejado de ser un niño.
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